Resulta indudable la interconexión existente entre todas estas dimensiones del quehacer humano, y con ello la noción de que ninguna organización actúa de forma individual y aislada. La concepción sistémica subyace hoy en la construcción del mundo moderno de modo más palpable que nunca.
Todos los actores se desenvuelven en constante vínculo y relación unos con otros, en mayor o menor medida. Se desdibujan las jerarquías, las regiones geográficas, las ideologías políticas, las filosofías económicas y las creencias culturales.
Todos se encuentran inmersos en un mismo mundo, un mundo que a merced de las diferentes oportunidades, capacidades y formas de gestión, determina diversas realidades desiguales y dispares.
Queda claro que los
entornos en los que las organizaciones se desarrollan influyen, con mayor o menor impacto, en sus posibilidades de generar productividad y beneficios. También es real el hecho de que la complejidad de situaciones y perspectivas que se vislumbran a diario, conjuntamente con recursos escasos, hace que los gobiernos no puedan atender a todas las necesidades requeridas por la comunidad.
A nivel macro, se observa una inmensa deuda pendiente de parte de los actores que conforman la comunidad internacional, para concebir espacios que, sustentados en programas estratégicos y planes operativos, posibiliten generar los mecanismos y las condiciones que favorezcan un
desarrollo más sustentable de las sociedades. Un esquema con reglas de juego claras, regulaciones realistas y consensuadas y convencimiento político que aúne los esfuerzos de los diversos espectros de pensamiento en pos de un horizonte de progreso más inclusivo y justo.
En lo que respecta, al ámbito regional, resulta notorio el grado de aceptación y proliferación de esquemas de integración que se han venido suscitando en las últimas décadas en todas las latitudes, habida cuenta de las potencialidades emergentes de dichos procesos y de los resultados visibles en lo que respecta a asociaciones que aporten valor y sinergia, principalmente a nivel económico, aunque también en lo político. Los resultados vislumbrados dan cuenta de lo beneficioso de estas decisiones en aquellos bloques donde las iniciativas se han tomado con compromiso y voluntad.
En este esquema deductivo, las esferas nacionales y locales resultan ser las más cercanas a la realidad inmediata, y por lo tanto las de mayor atención y foco en las decisiones que atañen. Esta última se cataloga como la más factible de ser modificada y transformada. Y es allí donde se debe centrar el abordaje de la Responsabilidad Social, el cual no concierne de modo exclusivo a las empresas con propósitos de lucro sino que involucra a todas las entidades e instituciones que conforman la comunidad. Precisando en el análisis micro, cabe señalar, entonces, que el vigor de una organización se basa en el equilibrio y la integración coherente, deliberada y sistemática de una serie de elementos, cuyo accionar conjunto, resulta necesario para garantizar la eficiencia y excelencia de los procesos que hacen a la esencia de la actividad, cualquiera sea el objetivo perseguido por la misma. La presencia de estos elementos debe darse independientemente del tamaño y estructura que tenga la empresa en cuestión.
Haciendo las salvedades que implica reducir lo basto de los contenidos que involucra adentrarse en el estudio de las organizaciones, puede llegar a englobarse todo lo anterior dentro de lo que se denomina
“Estrategia”, la cual necesariamente para resultar eficiente requiere de plasmarse en lineamientos que devengan de una visión claramente explícita y consistente con la actividad a desarrollar.
Esta delimitación de políticas requiere inexorablemente de un proceso sistemático que posibilite definir, valorar, seleccionar, concensuar, internalizar e implementar aquellas decisiones y acciones que generen valor, para permitir la expansión y el crecimiento sobre bases sólidas y con un horizonte de planificación coherente, acorde a las realidades del contexto y del sector en el cual se desenvuelve la organización.
Escapa a los propósitos esbozados para este post el poder ahondar en los contenidos de la administración estratégica y de gestión, pero, sin lugar a dudas, centrándose en la actividad internacional que es el eje de este abordaje, todos estos aspectos resultan imprescindibles, más aún que en el ámbito local o doméstico, puesto que adentrarse en este nuevo espacio requiere tener en cuenta un cúmulo de dimensiones adicionales y con una mayor complejidad en lo que respecta a su análisis y consideración.
Es por ello que toda decisión trascendental requiere de consensos y análisis que posibiliten desplegar los recursos económicos, financieros, temporales, técnicos y humanos necesarios para llevarla a la práctica, en el marco de un programa general de acuerdos y deliberaciones respecto del rumbo deseado por la firma.
No sólo se deben percibir las modificaciones que se dan a nivel interno sino que, hoy en día, más que nunca es preciso e imperioso perfilar y observar con detenimiento, en la medida de lo posible, las acciones emprendidas por la competencia o empresas conexas, a fin de monitorear el rumbo y las tendencias propias de la actividad que se lleva a cabo.
Articulo escrito por:
Alejandro Cristaldo: Responsable de Logística y Relaciones Institucionales en
Los Portales SRL Maestrando en Comercio y Finanzas Internacionales en IL3 - Universitat de Barcelona (UB). Colaborador Cátedras de Comercialización Internacional y Comercio Exterior - FCE - UNL
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